Una nota a propósito del libro «So siehst du gar nicht aus»1 de Margrit Schiller 2.

“Por fin el 1 de abril de 1Los afectos de la extraña_Final986 me dieron un departamento…sobre la avenida Camagüey… Antes que yo, vivió en este departamento la ex esposa del dirigente tupamaro Raúl Sendic con sus dos hijos…Cuando Sendic salió de la cárcel, los tres regresaron a Uruguay en enero de 1986. En los sencillos muebles del departamento habían quedado adheridas algunas calcomanías de colores que provenían de campañas por la liberación de Sendic, de los otros presos políticos y por el reclamo de verdad por los desaparecidos. En un cajón encontré un papelito escrito a mano que decía: “los cubanos…” (Exilio, exilio y desexilio, Schiller, 2012, pp. 49-50).

¿Ignorancia del texto, del mensaje, del destinatario?, ¿indiferencia del sujeto, necesidad de la marca? Libro abierto hacia una intimidad común, el libro de Margrit Schiller avanza entre recuerdos de luchas, derrotas y nuevos comienzos, pero éstos no sustituyen ninguna experiencia. Los relatos de su exilio en Cuba y Uruguay, ni reemplazan aquel pasado, ni evocan los lugares que ocupan. La narración funciona modificando lo que comúnmente consideramos recuerdo, lo destruye – por así decirlo – como sustituto de lo experimentado y lo reconstruye como espacio de contigüidad en la experiencia del presente. Presencialidad del pasado, ocupación del presente, virtualidad por lo tanto del desenlace alternativo, de lo que pudo ser y no llegó, pero que tal vez vuelva a incorporarse. Como siempre la memoria de las luchas del pasado introduce lo que al presente le falta, aquello que este presente, hablando políticamente, hubo de abatir para constituirse como tal. Memoria de lo ausente que busca tomar cuerpos, que no siempre son personales. In-corporaciones subversivas contra las que los gobiernos tiemblan y se conjuran.

Relacionado con este carácter polémico del pasado, me parece necesario destacar que una de las intenciones más obscuras de la estrategia (des)política del imperio del mercado es la asfixia de nuestras memorias. La historia oficial del orden imperante tiene cada vez más necesidad de tarados y terroristas previos. Para estos zombies construye una memoria ad hoc, una memoria sin restos, sin rastros, sin residuos de ningún tipo. Memoria profiláctica, cosmética, memoria cobarde pues celebra al presente del poder. Invariablemente todo lo que escape a esta versión – de dudosa democracia triunfante – estará bajo el rótulo de la patología, la locura, o la infamia. Entonces mutilada, recuperada solo como materia muerta, separada de la actividad de pensar el presente, la memoria de la luchas y de los sufrimientos que éstas implicaron podrá disolverse finalmente en el mercado, el nuevo templo donde todo puede ser reemplazado, infinitamente, todo recuerdo o utopía, toda vida o experiencia.

Contra esta operación de infinita sustitutabilidad que nos impone día a día la victoria del dominio capitalista, los recuerdos de Margrit actúan como momentos únicos y llegan hasta nosotros como tales. Historias pasadas pero que están allí, al lado, entre nostr@s, que no se las lleva el viento ni se las traga la tierra, o bien sólo momentáneamente, para luego vomitarlas sobre nuestro presente. Un libro que habla sobre el exilio en Cuba y en Uruguay, pero que no explica nada. Un itinerario que se abre a historias personales muy duras, pero en cuyo trasfondo se puede captar también el acontecer político de Cuba a finales de los años 80s, y del Uruguay de la postdictadura. Una mirada externa, extraña, que se juega la identidad en cada momento. Una mirada que no se siente portadora de ninguna verdad salvo – tal vez – la de su propio ejemplo; como si quien escribe intuyese que su explicación no hará otra cosa que perpetuar la distancia o la desigualdad entre quien ha vivido el exilio y quién no. El texto no clama, por ello, la “comprensión” de un lector conmovido, sino que cuenta historias que parten de lo personal para luego sumergirse en el anonimato, y de esta manera intenta abolir – aunque sea por instantes – la distancia de su propia extrañeza y tocar al otr@. Por ello, al leer no se experimenta ni empatía, ni acuerdo o desacuerdo. Es otra cosa, el texto toca, esta palabra es más precisa. Toca sobre la piel.

Tacto, metonimia, mezcla, probable encuentro. En ello está – me parece – el valor político del libro: no ser un libro de testimonios, sino conectar gestos que exigen complicidades. Un libro sin grandes pretensiones literarias, pero que en su sencillez y estilo directo pone en juego un compromiso interno y problemático con el trabajo del duelo: el intento de la autora por procesar la experiencia de “quedarse sin mundo”, derrota, cárcel, exilio, y su intento por enfrentarse a esta dificultad de comunicarlo en el presente. Independencia y franqueza para asumir la derrota como el lugar irreductible desde donde hablar y pensar. Asumir el acto de escribir sabiendo que no hay utopía posible en la que todo volverá otra vez a recuperarse, sino una pérdida. La escritura abriéndose paso desde este vacío para inscribir el duelo como enigma del presente.

Pero, derrota significa aquí también camino que seguir, derrotero que persigue una incorporación nueva. Ser uno mismo y ser a la vez multiplicidad, vivir la extrañeza de una cultura completamente diferente, viajar sin moverse, mentalmente o en sueños, conocer la libertad como dificultad que vencer, no como derecho conquistado. Volver. Ser extraña en la propia lengua materna. Manteniendo la angustia transitiva de enfrentarse a la página en blanco, So siehst du gar nicht aus, “no pareces para nada”, es un libro que vuelve a conectar, destituyendo la relación de poder, el destino colectivo y el individual. Pasiones, rabias, azares, derrotas, compromisos de una mujer singular con nombre y apellido. Pero hay en ella la singularidad de algo familiar, algo que es común, que pasa de una a otro, y que circula entre la gran mayoría de l@s luchador@s que se lanzaron a la acción, y de los que seguirán lanzándose. Con este gesto de familiaridad Margrit Schiller deja de ser la extraña, la loca, la “terrorista equivocada”, la resentida, la víctima. En suma, con ello deja de estar sola. Su vida y sus palabras (pues otra vez puede hablar, igual da si en alemán o castellano) resuenan sobre una verdad colectiva, común, “comunista” forzando el término mas no el sentido. Relato gráfico, escenas de exilios de la vida de una mujer que asumió que vivir es más que obedecer órdenes, desear premios o temer castigos. Una vida que no puede bordearse y contemplarse desde la orilla, sino que es preciso atravesar, para tal vez verla desaparecer como ráfaga en la esquina de algún boliche de La Habana, Berlín o de Montevideo.

Berlin, Winter 2012.

Notas:

1 Exilio, exilio y desexilio, Letraeñe Ediciones, Montevideo, Uruguay, 2012. Publicada originalmente en alemán: So siehst du gar nicht aus, Eine autobiografische Erzählung über Exil in Kuba und Uruguay, Assoziaton A, Hamburg, 2012.

2 Margrit Schiller nació en 1948 en Alemania, cerca de Fráncfort. Inició su militancia política en el contexto del movimiento estudiantil del 68 en Heidelberg. A comienzos de los años sesenta adhirió a la Fracción del Ejército Rojo (R.A.F.). En 1971 fue detenida y condenada a prisión. Después de su excarcelación en 1973 pasó nuevamente a la clandestinidad: fue detenida por segunda vez en 1974 y estuvo presa hasta 1979, cumpliendo un total de casi siete años. Esta época está narrada en su primer libro: Una dura batalla por los recuerdos. Mi experiencia en la lucha armada y la cárcel. Alemania 1971-1979. Para evitar un tercer encarcelamiento (esta vez bajo amenaza de una condena a perpetuidad) , en 1985 se exilia en Cuba. Allí vivió ocho años, se casó y tuvo mellizos. En 1993 emigró con su familia a Uruguay. Diez años más tarde, acompañada de su hija e hijo, regresó a Alemania. Hoy vive y escribe en Kreuzberg, Berlín.